Sin saber muy bien hacia dónde va, ni con quién va, ni por qué va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante. Javier Cercas, "Soldados de Salamina".

martes, 8 de febrero de 2011

Ejercicio 2

LA MÚSICA COMO MARCO DE INSPIRACIÓN

   Escribir siempre es una aventura. Cuando uno se enfrenta al papel en blanco, aunque se tenga la idea de lo que se va a escribir nunca se sabe que va a salir. A veces, incluso aunque se tenga esa idea, la magia no surge hasta que no se encienda la chispa que prenda la inspiración. La imaginación es como un músculo que, como cualquiera que de los que tenemos en el cuerpo, podemos ejercitar para hacerlo flexible y vigoroso. La búsqueda de la inspiración para escribir una buena historia llega por medio de la imaginación y para ello podemos echar mano de una herramienta que nos puede ayudar mucho: Las emociones.

   Hay muchas cosas que nos pueden emocionar de forma que nos lleve a ese relato que estamos buscando: Una película, un paisaje determinado, el amor por alguien o algo, la lealtad incondicional de un perro o la indignación ante una injusticia puede provocar ese sentimiento y el germen de un relato. Sabemos que la realidad cotidiana, una noticia en televisión o en un periódico puede producir una emoción que de origen a obras de artes, Truman Capote, por ejemplo, escribió su genial novela A Sangre Fría a raíz de la noticia de un asesinato múltiple.

   La música es un arte que también nos puede emocionar y el sentimiento que nos produce puede desencadenar un torrente de imaginación tal que nos haga plasmar no solo una idea sino también una narración, un cuento e incluso una novela con esa música de banda sonora como si de una película se tratase. De hecho, hay películas que se han originado a partir de  canciones como por ejemplo Blue Velvet (Terciopelo Azul) el clásico de Bobby Vinton que inspiró la película de David Lynch del mismo nombre; Stand By Me, el romántico tema de Ben E. King, sirvió al escritor Stephen King para narrar una de sus novela, por poner algunos ejemplos.

   Hay muchos tipos de mucha música y diferentes estilos en los que inspirarse para escribir un relato. Dado que esto es muy personal y no a todo el mundo le produce el mismo sentimiento un mismo tema o temas, y que lógicamente, cada uno puede elegir como germen de una historia la música que prefiera, propongo el siguiente ejercicio:

Escribir una historia, no importa la extensión, a partir de una canción que a uno le guste,  lo que nos inspira ese tema, su música o su letra, lo especial o significativo que haya podido ser para nosotros, etc. En definitiva, todo lo que nos pueda motivar para escribir una  historia. El título de la canción, por ejemplo, puede valernos como título.

Nota—Se puede utilizar la misma técnica con un disco y construir, enlazando los títulos de las canciones, un relato (utilizando éstas a modo de banda sonora).

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