Sin saber muy bien hacia dónde va, ni con quién va, ni por qué va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante. Javier Cercas, "Soldados de Salamina".

martes, 8 de febrero de 2011

Sara

No amenazan tempestades.
Salta de la cama y limpia una cara que no era suya, reconquistando la sonrisa que en el camino ha perdido. Esta mañana, desencalla la cremallera, atina el hilo en el ojal, aligera sus zapatos con varias capas de convicción.
Degusta una mezcla sin grumos mientras resuelve su crucigrama: horizontal, dos letras;
subraya una negación con mayúsculas.
Aparece la pieza que completa el puzzle, un lápiz para definir su boceto; silba la canción de los versos que tachó.
Abandona a su suerte la colección de fracasos que custodiaba, saborea unas reprimidas lágrimas, germina la semilla tras el invierno.
El miedo ya no congela y ahora fluye ágil la sangre entre los obstáculos.
Huye del exilio su maltratada voluntad, sobrevive al veneno la larva, entregándose al vértigo de la metamorfosis. No siente ansiedad ni pereza. Un desconocido equilibrio le ofrece la opción ayer menos evidente, dibuja el hueco entre las rejas, el hallazgo bajo los escombros.
Toma conciencia de su cuerpo y lo toca, escucha hoy los gritos que antes traicionó.
Sara, por fin, ha recuperado su nombre.
Retira la losa de su mochila y cierra la puerta tras de sí, sin saber muy bien hacia dónde va, ni con quién va, ni por qué va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante.
 
Patricia

No hay comentarios:

Publicar un comentario