Sin saber muy bien hacia dónde va, ni con quién va, ni por qué va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante. Javier Cercas, "Soldados de Salamina".

jueves, 10 de febrero de 2011

El Sur

En el año y medio que llevaba viviendo en España, no había conseguido eliminar la tristeza que albergaba en su alma pero sí disipar el miedo que le había empujado a dejar su país. Sola, sin familia y sin nadie a quien acudir, estuvo ahorrando durante dos años para comprar un billete de avión que le permitiese escapar del horror.

En su país trabajaba de maestra, pero aquí sólo había podido conseguir un empleo como limpiadora que apenas le daba para sobrevivir.

Eran las seis y media de la mañana y estaba en una lúgubre parada de autobús rodeada de sombras humanas que parecían compartir el mismo pasado, presente y futuro.
Subió al autobús, se sentó y mantuvo una mirada fija de esas que miran sin ver. Desde hacía 4 meses estaba saliendo con un hombre,  que sin llegar a apasionarla, había conseguido que se sintiera menos sola y poner en su vida la semilla de la ilusión.

La noche anterior él la llevó a cenar y durante la sobremesa le había propuesto que se fueran a vivir juntos. Al principio, ella tomó la oferta como una muestra de amor pero, no tardó en comprobar la naturaleza estúpida de ese pensamiento. El le dijo que se irían a vivir a casa de sus padres porque que eran muy mayores y necesitaban cuidados. A partir de ahora no tendría que limpiar las inmundicias de nadie, le proponía que dejara de trabajar, él lo haría por los dos. A cambio, solo tendría que ocuparse de la casa y ayudar un poco a sus padres,ya que ahora serían también los suyos. Con el tiempo, hablarían de boda, de hijos, harían los planes con calma, al fin y al cabo tendrían todo el tiempo del mundo.

Una punzada de angustia le hizo bajar la mirada y vio un periódico gratuito en el asiento de al lado. Con desgana lo empezó a ojear y se detuvo en una noticia que hablaba sobre la futura boda de un príncipe europeo. Debajo, aparecía el número premiado la noche anterior en el sorteo de la ONCE. Recordó que había comprado un boleto y se dispuso a cotejarlo.

Se bajó en la siguiente parada, cogió un autobús de vuelta y se fue a casa. Metió lo imprescindible en una bolsa de deportes. Se dirigió a la sucursal de banco mas cercana y luego tomó un taxi hacia la estación de autobuses. Cuando llegó y se disponía a pagar, cambió de idea y le dijo al taxista que la llevara a la estación del AVE.

Compró un billete con la única premisa de que se dirigiera hacia el sur. Se sentó, se puso cómoda y fijó la mirada al frente acompañada de una leve sonrisa.

En ese vagón viaja hacia el Sur una mujer sin saber muy bien hacia dónde va, ni con quién va, ni por qué va, sin importarle mucho siempre que sea hacia delante, hacia delante, hacia delante, siempre hacia delante.


Toñi B.

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